Desde Chieti, entre neblinas navideñas, seguimos hacia San Buono

Salir temprano de Roma el día de Navidad se suponía una tarea sencilla, con poco tránsito y una ciudad recién despertando de los festejos familiares.

Pero para nuestro grupo que avanzaba hacia la ciudad de Chieti estrenando una Van para seguir viaje por Italia, no fue tan simple. Si no fuera por la amabilidad y hospitalidad de los romanos, una vez más puesta de manifiesto como el día de nuestra llegada desde Buenos Aires, tal vez estas líneas estarían escritas desde el asiento delantero de la Mercedes Benz, sin lograr salir a la Súper Estrada.

El corto viaje, que estimábamos en 3 horas realizarlo, comenzó con perdernos en las calles de la Ciudad Eterna. Y así por una calle llegábamos a un cartel verde que nos hizo subir a una autopista urbana pero sin darnos cuenta a los pocos minutos estábamos en otra calle nuevamente, en dirección al centro de Roma y el Coliseo.

La escena nos hacía recordar a la película Roma de Woody Allen, donde a través del humor muestra claramente lo fácil que es para un turista perderse entre sus calles.

Finalmente una pareja que estaba conversando con una vecina estacionada en una moto, a quienes consultamos por milésima vez cuál era la mejor opción para salir a la ruta, se apiadó de estos ocho aventureros y nos hicieron un maravilloso regalo de Navidad: Entre risas se pusieron delante de la Van, se calzaron sus cascos, ¡y nos llevaron cuadra por cuadra hasta estar seguros que ya no nos perderíamos en la autopista!!!

Agradecimos a los dioses romanos y a la amable pareja de motociclistas que pudimos seguir ya sin tropiezos hasta nuestro próximo destino, cruzando los Apeninos en la parte más alta con muy buen clima para la época del año.

En el viaje pudimos disfrutar de los paisajes típicos de montañas nevadas al fondo de nuestro horizonte, y empezamos a conocer unos sitios increíbles para nuestros antojos: ¡Los paradores de la autopista!

Como en todo viaje de muchas personas, se hacía necesario realizar una escala para visitar los sanitarios, beber algo caliente y comprar golosinas.

Aunque la idea era solo una pequeña escala, cuando ingresamos al parador nuestros ojos y sentidos no pudieron evitar que la parada se prolongara por media hora. Toda clase de chocolates, dulzuras italianas y europeas en general se dejaban acariciar… y comprar por este grupo de argentinos hipnotizados ante el paraíso de las ofertas al 50%.

Así entre hermosos paisajes, buena música italiana, ricos chocolates y caramelos seguimos nuestra ruta y llegamos a destino: la Ciudad de Chieti, cabecera de la provincia del mismo nombre. Nuestro lugar de residencia para los siguientes tres días, desde donde iniciaríamos el salto final a nuestro principal objetivo: San Buono.

Chieti

Aquí nos encontramos hospedados en la Casa di Marisa, con cuyos propietarios nos comunicamos por teléfono desde la entrada de Chieti y nos esperaban alegremente en la puerta del alojamiento para darnos una cálida bienvenida.

En esta amplia casa estuvimos muy cómodos, a tan sólo dos cuadras de la calle peatonal del centro de la ciudad, sus anfitriones nos obsequiaron un presente para brindar por nuestra llegada, un buen vino de la región de los Abruzzo. ¡Excelente!

Por supuesto recomendamos a todos aquellos que lleguen a esta ciudad, o zonas cercanas como Pescara o Vasto, hospedarse en Casa Di Marisa, para estar alojados cómodos como en la casa propia y con hermosos paisajes alrededor.

Recorrida al atardecer, la ciudad nos regaló un espectáculo no pensado. Las nubes coparon las calles del centro y no se veía a más de 100 metros con suerte.

Igualmente recorrimos recorrimos las calles peatonales del centro, vimos una muestra de un artista plástico de una ciudad vecina Pescara, la Feria de los artesanos y antigüedades, las fuentes de la plaza, y mucho más.

Ya temprano a la mañana, nos pusimos en marcha, no sin antes perdernos en la salida de Chieti… como en Roma, contamos la anécdota para pintar de cuerpo y alma a los italianos.

Dos hombres que conversaban tranquilamente en una calle de la ciudad, fueron a quienes consultamos la mejor manera para llegar a la autopista. Uno de ellos, nos indicó que lo esperáramos, sacó su auto del estacionamiento, se puso delante de nuestra Van, y así nos llevó calle por calle hasta asegurarse que no podíamos perdernos.

A la Súper Autopista, le siguió un camino secundario, y luego uno vecinal, ese sí, era nuestra ruta definitiva hacia San Buono.

Curvas, precipicios, paisajes hermosos en cada lado del camino hasta llegar, la Comuna di San Buono, a 400 metros sobre nivel del mar.

san buono calle

Muchos vecinos salieron a darnos la bienvenida, o tal vez a inspeccionar a estos raros visitantes que recorrían a pie cada calle de San Buono, tomando fotos cada tres segundos, filmando, turistas a su máxima expresión en un pueblo que difícilmente cuente con visitantes asiduos a esos fines.

Varios intentaron ayudarnos a encontrar familias que con el mismo apellido que Horacio, que aún hoy en día viven en el pueblo, para enlazar sus historias con la de su abuelo.

Una emoción muy fuerte fue para Horacio, nieto de Ángelo, un joven que allá por los años 1900 se fue de su pueblo natal San Buono para construir su vida y su familia en Argentina.

Siendo los primeros descendientes de Ángelo en llegar nuevamente desde Argentina a este pueblo, no se puede describir la alegría mezclada con recuerdos y emoción.

Fue una jornada en la que caminamos por horas, tratamos de conservar en las retinas cada rincón para reconstruir la Comuna a escala a nuestro regreso, y nos llevamos la hospitalidad y alegría de cada uno de los habitantes con quienes tuvimos la posibilidad de hablar y compartir ese día.

San Buono vivirá por siempre en nosotros, con la satisfacción de haber conocido la tierra de nuestros orígenes.

Antes del anochecer, ya que la ruta merecía respeto y la niebla de la noche anterior prometía regresar, volvimos sobre nuestros pasos, con la satisfacción de haber cumplido con el plato más fuerte de nuestro viaje. Aún nos quedaba un día para recorrer Chieti, sus museos, hacer compras en la Feria de artesanos, recorrer sus calles y conversar con su gente.

Luego, los viajeros seguián su camino hacia el norte, recostados sobre el Adriático, rumbo a otros bellos escenarios: Pádova y Venecia.

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