Milán: Capital de la Moda y Mucho Más

Siguiendo con nuestro itinerario europeo, partimos de Barcelona con destino a Milán, (Milano), la Capital de la Moda, ubicada en el norte de Italia, en la región de Lombardía.

Para llegar sin demoras, ya que el trayecto Barcelona (España) a Milán (Italia) es largo por ruta o tren, decidimos tomar un vuelo de los denominados “bajo costo” de los que tanto se habla por estos días en Argentina, por lo que el trayecto sobre el Mediterráneo entre los aeropuertos de El Prat y Malpensa pasó rapidísimo

Hay que tener en cuenta por el tema gastos, que si bien el aeropuerto de Barcelona está alejado de la ciudad en sí, el costo en taxi es de 35 a 40 euros, mientras al llegar a Malpensa en Milán, un taxi hasta el centro de la ciudad puede salir más del doble, alrededor de 85 euros.

Por lo que recomendamos tomar las líneas que salen cada 5 a 10 minutos y van hasta la estación “Milano Centrale”, colocando las valijas en la bodega, por solo 8 euros cada pasajero, una buena alternativa para tener 70 euros libres para gastar en los comercios de moda.

Para alojarnos elegimos una de las zonas más comerciales, Porta Venezia, en Corso Buenos Aires, y una vez instalados en el cómodo y bien ubicado Hotel Fenice, donde nos trataron maravillosamente, nos preparamos para la primer recorrida a pie hacia el centro, pasando por el Cuadrilátero de la Moda, para llegar al Duomo, la Catedral de Milán, la Galería Vittorio Emanuele, donde tomamos nuestro primer capuccino de la temporada, el Palacio Real y muchos, realmente muchos comercios de moda.

Al día siguiente de nuestra llegada, temprano salimos hacia la Catedral, “il Duomo de Milano”, para ingresar, recorrer el interior, el subsuelo, y luego ascender a sus terrazas, no apto este recorrido elevado para personas con vértigo o dificultades físicas, ya que tiene cierta dificultad.

Su estilo gótico nos hizo acordar de la Catedral de Barcelona, y una vez dentro, nos dimos cuenta que estaban restaurando parte de su interior, donde vitrales y frescos gigantes nos hacían mirar hacia arriba casi constantemente.

Obras maestras, esculturas, pinturas, púlpitos en madera, altar, figuras, criptas de antiguos cardenales y sacerdotes, capítulos de la historia de la ciudad y la iglesia católica a cada paso.

Luego de la recorrida por la catedral, nos adentramos en la parte arqueológica, algo desconocido para nosotros, ya que bajo la actual Piazza del Duomo, están en muy buen grado de conservación los restos de la antigua plaza, con sus mosaicos, piletones de baño, puentecitos, cerámicas, columnas, todo restaurado o en proceso de restauración para ser recorrido con mucho cuidado por los visitantes.

Luego del asombroso recorrido subterráneo, llegó el momento de buscar el ascensor para iniciar la recorrida por las terrazas, una primera etapa a la que seguirán varias escaleras empinadas y angostas, con cierto grado de dificultad.

Esculturas, imágenes religiosas, detalles en cada columna, en cada torre de la catedral nos llenaban de asombro, y pese a que también una de los laterales estaba en restauración, pudimos llegar a lo más alto de la terraza, para disfrutar largo rato de las vistas de la ciudad, identificando además de las montañas, el edificio Pirelli, el más alto de Milán, y diferentes cúpulas de otras iglesias de la ciudad.

Hay que tener cuidado a cada paso, ya que la terraza es resbaladiza y tiene cierto grado de inclinación, aunque los niños que estaban en ese momento gritando “forza Italia” a turistas suecos presentes en Milán por el partido que se jugaría esa noche, clasificatorio para el mundial de Rusia 2018, parecían no sentir ningún temor.

Ya al mediodía optamos por tomar un tranvía hacia Naviglio Grande, la zona de canales que asemejan el paisaje de Venecia, con numerosos restaurantes con las comidas típicas de la región, donde por mayoría ganan las pizzerías.

Luego de almorzar y de una larga caminata por la zona, volvimos al centro de Milán para recorrer negocios de moda, y aprovechar algunas ofertas que nos sorprendieron por los bajos precios, aunque mayoritariamente, las vidrieras de las grandes marcas ponen distancia sideral con el presupuesto de la mayoría de los caminantes.

Nos tomó por sorpresa ese día la presencia de muchos medios de TV, pantalla gigante incluida, para ver el partido revancha entre Italia y Suecia, que se jugaba en Milán, y donde los locales deberían ganar por 2 goles para clasificar.

Compartimos con la gente del hotel el partido, y tras la decepción por el empate, y el “Siamo Fuori”, nos fuimos silenciosamente a descansar para encarar al día siguiente nuestro viaje hacia el Lago di Como.

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