Nochevieja en Puerta del Sol, y las 12 Uvas

Comenzar un nuevo año significa renovar las esperanzas en que todo irá mejor, si el 2017 fue bueno hacer el esfuerzo para que sea mejor aún, y si no ha sido todo lo bueno que de él se esperaba, cambiar de año significa un nuevo capítulo, anhelando un futuro mejor.

Ya pasó la Navidad y esperamos que Papá Noel haya estado presente en todos los hogares, para recorrer la última semana del 2017 con alegría y esperanzas, llegando a la Nochevieja y recibiendo el 2018 de la misma manera.

Por supuesto, en los diferentes puntos del mundo hay diferentes costumbres que se llevan a cabo para despedir el año viejo y recibir al nuevo, como por ejemplo, en Madrid, España, donde es una costumbre popular en Nochevieja reunirse en la Puerta del Sol.

Allí, en esta emblemática plaza madrileña, miles de personas, habitantes de la ciudad y curiosos turistas se reúnen durante la Nochevieja, la medianoche del 31 de diciembre, para recibir al compás de las campanadas el nuevo año, comiendo una uva al sonar cada campanada.

El ritual de las 12 uvas dice que quien consigue tomar las 12 uvas a tiempo, tendrá un año lleno de suerte y 12 meses de prosperidad, con el Oso y el Madroño como testigos de lujo.

La referencial estatua de El Oso y el Madroño es una obra que mide 4 metros, realizada por el escultor Antonio Navarro Santafé, en bronce, que fuera inaugurada hace 50 años, en el año 1967.

El ritual de reunirse en la Puerta del Sol tiene tal repercusión que hasta es transmitido cada año en vivo y directo por la TV oficial, aunque no es solo en Madrid que se reúnen las familias, sino en todo España.

En las plazas más emblemáticas del país, se comen las 12 uvas a la medianoche para recibir el nuevo año al sonar de las campanadas, siguiendo los festejos hasta muy entrada la madrugada, con canciones, compartiendo tragos y bailes, con máscaras y disfraces según las costumbres de algunas de las ciudades.

Y como en casi todo el mundo, el cielo en Madrid se tiñe de miles de colores con los fuegos artificiales que dibujan estrellas y fuentes brillantes, compartiendo abrazos y copas con amigos familiares y extraños, hasta que el amanecer del 1 de enero sorprenda a los más aguantadores aún de fiesta, compartiendo un chocolate caliente con churros para soportar el frío del invierno europeo.

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