Paseo rumbo al norte de Italia, hacia Pádova y Venecia

Con la emoción aún a flor de piel en todos luego de cumplir nuestra meta principal del viaje, que era conocer la tierra de los antepasados San Buono y la ciudad de Chieti en detalle, llegó la hora de partir rumbo norte con nuestra Van.

Nos esperaba el clima más frío de nuestra recorrida y los pronósticos así lo confirmaban, pero al menos, seguíamos sin lluvias como desde nuestra llegada a Italia.

Con el Mar Adriático a nuestra derecha por gran parte del recorrido, pudimos disfrutar del viaje, pasando cerca de Pescara, Ancona, la República de San Marino, y Bologna, los 490 kilómetros que nos separaban de Pádova estaban previstos hacerlos en menos de 5 horas gracias a las súper autopistas italianas.

Pero un raro sonido salido del tablero de “La Mechi”, nuestra Van Mercedes Benz, nos hizo inquietar por un momento. Allí apareció una enorme taza de café, con la leyenda que alertaba que ya había manejado mucho sin detenciones, ante la risa de todo el grupo, cumplimos el mandato de nuestro vehículo, dejándonos llevar nuevamente por uno de los paradores ruteros. Y si… las dulces ofertas, ofertas de dulces, fueron motivo de análisis para los 8 integrantes del viaje.

PADOVA

Al llegar a Pádova, luego de un par de vueltas de más, encontrarmos el hotel donde nos alojaríamos. Al Casón, nuestro hotel, estaba estratégicamente ubicado cerca de la estación de trenes. Lo recomendamos para quienes quieran hacer el recorrido por esta zona y aprovechar estas dos ciudades bellísimas.

Era perfecto para nosotros, en esta ocasión nos distribuimos en cuatro habitaciones de a dos. Desde allí sería fácil tomar al día siguiente el tren hacia Venecia, y los integrantes del staff del hotel fueron amables en indicarnos las mejores opciones y horarios para iniciar el recorrido hasta allí. A Venecia no se puede llegar en coche y la mejor opción es directamente tomar el tren que pasa cada 20 minutos y es muy bueno.

Mientras tanto, una vez que dejamos el equipaje, dedicamos el resto de la fría tarde y noche para conocer Pádova, adornado como cada ciudad italiana con hermosos motivos navideños. En particular encontramos proyecciones digitales de video y música sobre el frente de sus iglesias, para nuestro deleite. Vimos una gran Feria que recorrimos y sus plazas con estatuas bellísimas.

Luego de mucho caminar, y parar a tomar un rico capuchino con el cual combatimos el frío, volvimos al Hotel Al Casón, para cenar en su comedor, y terminar rendidos en nuestras camas.

La mañana del 29 de diciembre nos esperaba con solo 1º grado de temperatura, pero gracias al muy variado y sustancioso desayuno que nos brindaron en el hotel, estábamos listos para tomar el tren que en cerca de cuarto de hora nos dejaría en la estación Santa Lucía, en Venecia. Allá fuimos!

Y la postal era diferente. No había más calles con autos, sino canales cruzados por puentes, distintas lanchas, botes y las tradicionales góndolas. Las historias que cada uno había escuchado sobre esta ciudad, se concretaban en realidad ante nuestros ojos.

VENECIA X 3

Ya en los primeros metros las máquinas fotográficas funcionaban a pleno, todo era nuevo, hermoso, como sacado de alguna película, pero esta vez los protagonistas éramos nosotros mismos.

Luego de algunas compras de recuerdos y gorros para combatir el frío, comenzamos nuestra recorrida, por la ruta que según nos dijeron, era la más larga para llegar a la Piazza y la Basílica de San Marcos, pero la más romántica porque atravezaba por dentro todas las callecitas y los más lindos puentes.

Agregamos ahora, la más comercial también. Todo lo imaginable estaba en venta en sus calles, sus pasajes, desde las tradicionales máscaras venecianas, hasta los chocolates más tentadores.

Y eso que nos enteramos al finalizar de nuestra recorrida que, a veces, Venecia se inunda y hay que meterse en el agua si se quiere recorrer. Por nuestra salud, afortunadamente eso no nos pasó, ya que las bajas temperaturas hubieran congelado en segundos nuestros pies. Solo nos acompañó hasta el mediodía una espesa niebla, que se disipó antes de embarcarnos.

Así llegamos al embarcadero, donde teníamos reservada nuestra recorrida en lancha hacia Murano, Burano y Torcello, tres islas que recorreríamos en total en 4 horas y media, hasta muy entrada la oscura tarde noche veneciana (de 14 a 18:30 hs.)

Visitamos una fábrica de vidrio de las más famosas de la isla de Murano, seguimos luego hasta la isla de Burano, con sus reliquias arqueológicas, y las mejores tiendas de encaje artesanal, y terminaríamos en Torcello, en el atardecer, recorriendo a pie sus callecitas y el famoso Ponte del Diávolo, apreciando la Catedral de la Asunción y la iglesia de Santa Fosca.

Regresando a tierra firme, la vista era muy diferente al viaje de ida, solo las sombras y siluetas de las construcciones de cada isla nos daban posibilidad de ver algo fuera de la lancha.

Luego, desde el embarcadero hacia el tren recorrimos una nueva ruta, una nueva caminata, sumando horas recorridas a pie desde el primer día, pero sin quejas, todo lo contrario, tratando de atesorar en cada paso los recuerdos y vivencias de este viaje para siempre.

Previo a regresar en tren a Pádova, algunos de los integrantes de esta expedición tomaron el desafío de probar, pese a la temperatura invernal, los famosos helados venecianos, que por cierto, son muy sabrosos. Otros optaron por unos sandwichs para apaliar el hambre hasta la cena. Con las ansias de aprovechar al máximo el tiempo, la mayoría de las veces pasábamos por alto el almuerzo y las comidas estaban medio desordenadas.

Para la cena nos ubicamos en la mesa especialmente armada para el grupo por el mozo del restaurante del hotel, donde rápidamente las pastas calentitas desfilaron por nuestros platos.

Nos quedó sin dudas la sensación de que para esta escala, Pádova y Venecia, tendríamos que haber dispuesto más días, pero el diagrama lo habíamos confeccionado desde Buenos Aires, y ya era imposible cambiar el itinerario.

Al día siguiente deberíamos partir hacia Niza en Francia, lugar que elegimos para recibir el año nuevo. El viaje más largo nos esperaba…

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