Un encuentro con el escritor Carlos Morán

Se aproximan las fiestas y de golpe, todos comenzamos a sentir ese clima festivo que inunda de alegría los últimos días del año. Pero para Carlos Roberto Morán la sensación es doble esta vez, es sentir en carne propia la felicidad del nacimiento de un nuevo libro de cuentos!

En pocas semanas más saldrá una novedad al mercado editorial, un compilado de cuentos escritos por Carlos Roberto Morán intitulado: Lo cierto, lo probable, lo imposible. Libro que integra la Colección Ojo Lector que dirige Viviana Rosenzwit para Moglia ediciones, de Corrientes Capital.

Nos pareció una buena oportunidad para conversar con Carlos Roberto Morán, que nació y vive actualmente en Santa Fe, Argentina. Es escritor y ejerció el periodismo durante muchos años.

Carlos, contamos ¿cómo surgió la idea del compilado de cuentos Lo cierto, lo probable, lo imposible?

Los cuentos tienen distinto origen, porque nacieron en diferentes circunstancias. Hay dos que tienen algunos años y han sido objeto de constantes correcciones. Me refiero al texto más extenso, “Un insólito resplandor” y al cuento “La máquina de la muerte”. Otros son más actuales, como “Pasando el campo de los Núñez” o “Vida y obra de Dimitri Yukor”. Este último es un texto que trabajé mucho y cuyas correcciones debí suspender porque caso contrario sería un borrador permanente que jamás terminaría yendo a imprenta.

Mis textos de ficción, en general, no responden a un plan preconcebido. Nacen, si así puedo decir, de “accidentes”, esto es, de algo que escucho por casualidad, o algo que leo, una frase, una información muy escueta, o si no de algún presunto hecho que sencillamente imagino. Eso es bastante advertible, me parece, en “Pasando el campo de los Núñez”.

En cambio, con “Vida y obra de Dimitri Yukov”, en el que se revisan los trabajos y la propia biografía de un escritor poco conocido, admito que (creo que por una única vez), nació de un sueño que tuve, en el que “vi” los libros de Yukov y me vi también hablándole con entusiasmo de ese autor a una desconocida, a la que le insistía en que debía leerlo. Al despertarme, cosa extraña, recordé el sueño y me decidí a escribir una suerte de informe que esconde otras cosas que, espero, pueden interesar a quien lea el libro.

Así fue que una vez escritos, trabajamos minuciosamente junto a la directora de la Colección Viviana Rosenzwit para darle forma al libro y seleccionamos los que parecían mejores para la ocasión.

Y ¿cuáles son tus expectativas con la salida de este nuevo libro?

Mis expectativas siempre son encontrar a lectores, sin distinción de sexo, edad, condición social, lugar de residencia, a los que mis historias puedan interesar. También, que mis libros circulen y así justifiquen su existencia. Una vez escritos y publicados es obvio que los textos ya no pertenecen a su autor. Quedan en manos de quienes los lean, que los decodificarán según sus interpretaciones personales. Están ahí, esperándolos. Cuando aparecen en libros ya no los puedo defender ni justificar. Se vuelven hijos crecidos que tienen que defenderse solos en la vida. Ojalá que lo logren.

¿Crees que podemos encontrar elementos autobiográficos en tus historias?

No son relatos que nazcan de hechos reales, aún los que puedan ser considerados los más veristas. Son producto de mi imaginación y aplica acá decir que cualquier parecido por personas o hechos de la realidad son pura coincidencia. Admito que, cada tanto, he tomado elementos de mi experiencia personal, aunque son mínimos y muy, pero muy, “entreverados” con la fantasía.

Cada escritor tiene su impronta a la hora de escribir, ¿cómo es la tuya?, ¿cómo es tu forma habitual de escribir?

Mi forma de escribir suele ser la misma: las primeras ideas que “tiro” en la pantalla de la computadora (antes, y durante años, en la página blanca de la máquina de escribir) y de ahí en más tratar de seguir con la historia. Casi nunca tomo apuntes y casi nunca escribo a mano. Por supuesto, y esto es al margen, borro o tiro mucho más de lo que conservo.

He sido mucho tiempo periodista y aprendí a escribir, si así puedo decirlo, con mucho “ruido” a mi alrededor, incluido los que hacían mis dos hijos cuando eran chicos. Escucho música, me acompaña la radio, leo información. Me cuesta mucho escribir, de manera que lentamente se van agregando los párrafos. Y eso me lleva a “perder tiempo” que, de verdad, no considero que sea tal.

Leer y escribir, son dos caras de la misma moneda. ¿Lees mucho? Contanos qué estás leyendo por estos días.

Leo también mucho, en realidad muchísimo, todo el tiempo que puedo, especialmente de noche. En el último período fuerte lectura y relectura de Kafka, nueva lectura de Guerra y paz, nueva lectura del Ulises de Joyce, esta vez con la implacable guía de Rolando Costa Picazo. Multiplicidad de “amigas” y “amigos”, especialmente norteamericanos, como Richard Ford, o la notable autora inglesa Elizabeth Taylor. Y siempre Borges.

Sólo nos resta confesarles: ¡Esperamos con ansias el lanzamiento del libro de cuentos Lo cierto, lo probable, lo imposible!

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