Próxima aparición de la novela La marea de la sombra

La semana próxima saldrá al mundo la nueva novela del escritor Adolfo Colombres: La marea de la sombra. A modo de anticipo, conversamos con él a propósito de su flamante libro.

– Adolfo, ¿por qué elegiste nuevamente África como paisaje en tu obra narrativa?

Desde mi adolescencia soñé con este continente tan invisible para los argentinos, a pesar de que está más cerca de Europa y fue cuna de importantes culturas y civilizaciones. En un principio la veía como una tierra de grandes aventuras, pero no tardé en ver en ella el cul de sac de la condición humana, una gran noche asociada al colonialismo. La gran noche se llama, justamente, mi primera novela dedicada a ese continente tan profundo como feroz.

-¿Querés contarnos cómo se desarrolló esta relación?

La gran noche es el fruto de un viaje solitario por 16 países durante cuatro meses, cuando tenía 26 años. Hubo un proyecto cinematográfico que estuvimos a punto de concretar con apoyo de la RAI y el gobierno de Burkina Faso, codirigida por Gastón Kaboré (célebre cineasta de ese país, muerto recientemente) y Miguel Mirra por Argentina, quien realizó un film de ficción basado en mi novela Viejo camino del maíz. Mis viajes al África fueron diez, ocho de ellos solitarios. El desierto permanece es una de mis novelas que transcurre casi enteramente en el África Oriental, y después hay otras, como El callejón del silencio, La vida no basta y La eternidad, que tienen largas secuencias en estos países. A ellas se suma ahora La marea de la sombra, que sería la quinta en esta línea. Pero no solo en la ficción le debo mucho a África. En mis ensayos antropológicos, esta realidad para nosotros tan extraña me permitió acercarme a lo universal en la teoría del arte, la literatura y la imagen visual. En el plano simbólico, hay una gran similitud entre América y África, lo que me permitió llegar a la conclusión, unida a casos de Asia y Oceanía, de que lo universal no pasa por las concepciones europeas en estos campos, sino por nosotros. Europa sólo representa el 20% de la humanidad pero considera que ella es lo universal, y todas las otras culturas del mundo son casos particulares que en nada cuestionan su teoría.

Adolfo Colombres, autor de La marea de la sombra

-Y yendo específicamente a tu nueva novela, ¿qué es lo que se cuenta en La marea de la sombra?

Es la historia de Teodoro, un sociólogo argentino que llega a un oasis del Desierto Occidental de Egipto, vecino a Libia y el Gran Mar de Arena, en compañía de su hija Iris, una niña de ocho años que juega un papel central. Ambos vienen abatidos por la muerte trágica de Lea, mujer de Teodoro y madre de Iris, quien fue brutalmente asesinada una noche de invierno para robarle el automóvil en que regresaba a su casa de Vicente López, hallándose embarazada de un segundo hijo. Teodoro arrastra también la memoria de otra muerte luctuosa de su primera juventud, la de una militante política en los años de plomo. Ambos hechos forman una oscura marea que interrumpirá continuamente el curso actual del relato en el desierto con el peso de vivencias que él no se cansa de reelaborar, cerrándose al presente y el futuro para mantenerse fiel al gran poder de la memoria.

Iris, a pesar de que por las noches llora por su madre, está llena de vida y vive sus propias aventuras, escurriéndose del control paterno. Se hace de amigas árabes con las pocas palabras que tienen en común, y que van aprendiendo en sus juegos.

El tiempo de Teodoro oscila así entre las andanzas de su hija en aquella realidad tan diferente, y el asedio de esos recuerdos dolorosos de los que no puede ni quiere librarse, pues sin ellos su vida, piensa, perderá todo sentido.

La tensión crece cuando llega Wajda, una joven de El Cairo que trabaja en el mercado del arte, a quien Iris incorpora también a su círculo. Al principio Teodoro resiste su influjo, pero todo se sume en un clima de pesadilla cuando regresando de un largo safari por el Gran Mar de Arena son asaltados por una banda armada que secuestra a Iris y Wajda para llevarlas a Libia. El relato sigue por las arenas de Sudán y también por Alejandría, donde se cruza con las huellas del escritor inglés Lawrence Durrell y su célebre Cuarteto.

-Se advierte en tus novelas que casi siempre incluyes secuencias inspiradas en los Valles Calchaquíes y la Puna. Incluso en esta ficción se da eso, ¿a qué se debe?

A que no puedo prescindir de esos territorios simbólicos por más que la acción principal transcurra muy lejos, como en este caso. Pero de esos valles hice un Valle, una marca de identidad que incluye también los desiertos de altura del Noroeste argentino, región a la que pertenezco, por más que me haya ido a los 20 años a vivir Buenos Aires, y luego a Ecuador, México y Francia. No se trata ya de una geografía real, con su rica toponimia, como dije antes, sino ya metafísica, trasladada a otra dimensión, que es la dimensión del mito y lo sagrado. Héctor Tizón, un escritor al que traté y admiro, hizo eso con la Puna; es decir, un territorio metafísico, lejos ya de toda concesión al viejo regionalismo. En el centro de todo este universo está la memoria, tanto de personas como de paisajes y lenguajes que se resisten a morir del todo, y que además de la herencia de la gran civilización andina guarda las huellas del Siglo de Oro español, en la figura de hidalgos pobres que nos remiten al Quijote. O sea, el lado opuesto de una sociedad que no tiene más valores que el dinero y el consumo, y de una clase alta que, para acumular riqueza, no vacila en despojar a los más necesitados de lo poco que tienen, entonando cantatas al dios Progreso. Frente a estas deplorables presencias, opté por nutrirme de la ausencia, un pilar estético imprescindible, al que abordo en un ensayo en el que estoy trabajando, y al que título Los bajos fondos del arte.

La marea de la sombra se lanza como el decimocuarto título de la Colección Ojo Lector, que dirige Viviana Rosenzwit para Moglia ediciones. Con mucha expectativa, se presentará el jueves 14 de marzo a las 19 hs. en el Centro Cultural de la Cooperación.

Celebramos una vez más, el lanzamiento editorial de una apuesta que sigue creciendo no sólo en cantidad de títulos sino en la calidad de sus propuestas.

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