Viajemos a la Tierra de Pinocho
Todos conocemos la historia de Pinocho, aquel muñeco de madera creado por el carpintero Geppetto, que desde chicos nos provocó tanto risas como algún llanto, y hoy les proponemos a grandes y chicos, a que juntos Viajemos a la Tierra de Pinocho.
Este celebre muñeco de madera, Pinocho, que cobra vida mientras su creador lo va tallando en su taller de carpintería, es un personaje de la literatura italiana reconocido en el mundo entero, gracias al libro Las Aventuras de Pinocho, escrito por Carlo Lorenzini, o Carlo Collodi, seudónimo artístico del escritor.
Collodi, el apellido artístico del autor, es tomado en honor a un pueblo de la Toscana donde pasó parte de su infancia, ubicado en la comuna de Pescia, a menos de 70 kilómetros de Florencia, ciudad natal del autor, y a menos de 20 de la bella ciudad de Lucca.
Collodi escribió esta historia, que fue publicada entre los años 1882 y 1883 en un periódico italiano, que contó con ilustraciones de Enrico Mazzant, titulando la historia de Pinocho como “Storia di un Burattino”, Historia de un títere, y “Le avventure di Pinocchio”, Las aventuras de Pinocho.
Collodi es un pueblo medieval, una joya que se mantiene como detenido en el tiempo, para que los visitantes puedan revivir en su imaginación la escenografía perfecta para que Pinocho nos enseñe cada rincón del pueblo, ubicado cerca de ciudades reconocidas como Siena, Pisa o la mismísima Florencia, en la Toscana italiana.
Collodi se levanta en una colina, estimándose por escritos y leyendas que fue fundado en el siglo V por un ostrogodo llamado Totila, y por su ubicación elevada, era estratégica para ser utilizada como defensa-
Por ese motivo, tanto el Condado de Florencia como el Condado de Lucca se la disputaron entre los años 1329 y 1442, tras más de 100 años, la República de Lucca se quedó con la posesión de Collodi.
La organización de las edificaciones en esta localidad se da como en tantos pueblos italianos, siguiendo el relieve de la zona, en forma de cascada en la colina, subiendo y bajando las calles para poder recorrerla.
En su parte más elevada se encuentra la denominada Antigua Roca, una fortificación de la época medieval, junto a un campanile o campanario, y la Iglesia Pieve di San Bartolomeo, que posee algunos cuadros que se presume son de la escuela de Rafael.
Uno de los puntos más atrayentes del pueblo Collodi es la Villa Garzoni, de estilo barroco y construida sobre un castillo medieval, en el cual la madre de Carlo Lorenzini fue camarera de la familia Garzoni, y donde se crió el pequeño Carlo, disfrutando de los jardines del siglo XVII.
Para hacernos una idea de la majestuosidad de dicha villa, que posee similitudes con la Reggia di Caserta cercana a Nápoles, o a los jardines alemanes de Bergpark Wilhelmshöhe en Kassel, en este lugar se hospedaron personalidades sobresalientes de la historia europea, como Napoléon y Vitorio Emanuelle III.
En la Villa Garzoni no faltaba nada, había cascadas, esculturas, teatro, cuevas artificiales, laberintos, un lugar para que el joven Carlo fuera tomando inspiración en su futuro de escritor sin dudas.
Collodi se convirtió en un pueblo turístico que vive por y para Pinocho, donde el turista que llega se encuentra con uno de los lugares más hermosos de Italia, aunque no es tan promocionado.
Desde imanes para la heladera, hasta muñecos de madera réplicas casi exactas del muñeco de la historia original, Collodi vive acompañado de la fama de Pinocho, tal es así, que al cumplirse 70 años de la primera publicación, se realizó un concurso para realizar un monumento de Pinocho.
Hay que recordar que al publicarse Pinocho, eran tiras separadas, que luego se convirtieron en la historia de Pinocho tal como la conocemos en nuestros tiempos.
Los capítulos se publicaban en «Il giornale per i bambini», traducido al español El periódico para los niños, que él mismo autor de Pinocho dirigía, y contaron con 62 viñetas realizadas por el ilustrador italiano Enrico Mazzanti.
Seguramente luego de leer esta nota sobre Pinocho, Carlo Collodi y el pueblo de su niñez, a más de un lector le dará ganas de recorrer sus calles, jardines y monumentos, y tal vez, a quien tenga un niño en la familia, le den ganas de revivir la historia de Pinocho.
Y no mientan, miren que les puede crecer la nariz…
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