Atari: Te Acordás Hermano Que Tiempos Aquellos

Para quienes disfrutaron la niñez o adolescencia en los ochenta, seguramente recordarán cuantas horas pasaron joystick en mano junto a familiares y amigos, tardes y noches frente a TV en blanco y negro que nos mostraban los gráficos poco humanos de aquellos años de la consola Atari.

Todas esas horas de diversión y competencia debían agradecerse a los genios creadores de aquellos primeros videojuegos, que llevaron a una pantalla unas tablitas que hacían a las veces de raquetas, devolviendo una pelotita de un lado a otro simulando un partido de pin pon.

Esta semana falleció uno de esos pioneros, Ted Dabney, un genio de la industria de los videojuegos, co-fundador de Syzigy, antecesora de Atari, muerte que le llega a los 81 años debido a un cáncer fulminante.

Para homenajear a alguien que marcó a chicos y adolescentes de todo el mundo con su invento, mejor recordar aquellos cartuchos negros que traían en sus plaquetas horas y días de diversión.

Allá por los años 80 llegaban a la Argentina las consolas Atari, y tenerlas era sin dudas un privilegio, convirtiendo la casa de su dueño en un centro de reuniones, donde pizzas y bebidas completaban la escenografía por horas y horas.

Un tenis en el que los jugadores eran una pequeña barrita blanca sobre fondo negro, o una invasión alienígena en filas descendiendo hacia la tierra, a la que había que defender con un cañoncito disparando a toda velocidad poniendo a prueba gran sincronización.

¿Quién no recuerda los partidos de basket? Uno contra uno, con personajes de aspecto cuadrado, hasta la pelota era cuadrada, y que viajaban a toda velocidad de lado a lado para anotar sus puntos y defender su aro.

En Fútbol, el Chamioship Soccer estaba un escalón por sobre los demás, ya que contaba con un arquero pegado a la raya de gol, su tres jugadores agrupados en forma de triángulo que tanto defendían como atacaban, haciendo estallar a los pobres controles joystick de tanto amague y remate.

Bowling, pistas de autos, tiradores del lejano oeste, aviones y barcos en batalla, y muchos cartuchos más llenaban las repisas de los fanáticos, siempre con la consola Atari, la pionera, y una TV a disposición para compartir con la barra de amigos de colegio o de barrio en sana diversión, aunque con gran competencia.

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