Conversamos con Néstor Fenoglio sobre su nuevo libro

Hace un par de semanas, la editorial santafesina Palabrava anunció el lanzamiento del poemario Las razones del armiño de Néstor Fenoglio.

El autor reside actualmente en la ciudad de Santa Fe y estudió la carrera de Letras. Es periodista, poeta y narrador. Obtuvo importantes premios literarios dentro y fuera del país, y fue incluido en diversas antologías.

El libro llama la atención desde su preciosa imagen de tapa y su estética en blanco y negro. A partir de la novedad editorial, nos comunicamos con Néstor Fenoglio y compartimos sus palabras a continuación.

– Néstor ¡felicitaciones por el libro nuevo! Contanos qué tiene de distinto el poemario Las razones del armiño para vos.

Gracias, Las razones del armiño, entre los cinco o seis poemarios que he escrito a lo largo de mi vida, es totalmente distinto a los demás: es el primero que se me presenta con asunto y unidad (y diversidad dentro de esa unidad) desde el vamos. En los demás libros (En medio de la noche, Nacimiento último, Desde este cuerpo, Con los ojos de entonces, Los pliegues del aire), se trataba de los poemas acumulados en cuadernos de tal fecha a tal otra. Y en todo caso, la tarea de encontrarle sentido y unidad fue posterior, una tarea de edición, la única intervención artificial que (me) permito en poesía, además de las necesarias correcciones sucesivas… Con Las razones del armiño, no. De principio a fin tenía versos a las vueltas sobre caza, cazadores, casados, víctimas y victimarios. Fue un filón limpio que vino y se escribió así…

– Si bien tenés varios libros publicados de distintos géneros como ensayos o relatos me gustaría preguntarte ¿qué significa la poesía para vos?, si le das una importancia especial.

Sí claro, en mi caso, la poesía ha funcionado con cierto inquietante carácter anticipatorio. Por ejemplo, por un cáncer de boca, yo he tenido operaciones terribles que finalmente se llevaron mi maxilar inferior y mis dientes. Y mucho antes que eso sucediera, en mis primeros poemarios, aparecen versos como “dientes exiliados” o “sonrisa para nadie”. Y aquí yo tenía paisajes helados, nieve, animales que -como el armiño- no son de estas latitudes… Como en ese cuento genial de Bioy Casares, “Moscas y arañas”, en que el personaje sueña cosas que no comprende, paisajes y personas que no conoce, también yo sentía planear en mi cabeza unos versos diferentes a lo que venía escribiendo.

– Ah, se iban hilando los temas y las imágenes…

Claro, años más tarde, visité a mi hermana, recién recibida de guardaparque, y cuyo primer destino fue la Patagonia, en la provincia de Chubut. Aparecieron la nieve y el frío. Y anécdotas que ella me contó: que en uno de los parques sacan a los paraísos porque matan o ahogan o no dejan crecer a los árboles autóctonos. Y también me contó de gente que comenzó a criar animales que no eran de la región, para lucrar con sus pieles. En algún vaivén de nuestra alocada economía, eso dejó de ser rentable y entonces, aquí y allá, soltaron hurones, chinchillas, castores que, al no tener a su depredador natural (sólo el hombre, el depredador mayor, distraído en otras presas…), hicieron desastres en flora y fauna lugareñas. Luego visité Ushuaia, en pleno invierno, y las imágenes que tenía empezaban a integrarse y tener sentido.

– Contanos con qué se va a encontrar el lector cuando tenga en sus manos Las razones del armiño.

Bueno, el libro consta de dos partes. En la primera, que da título al libro, hay una serie de poemas, sin títulos todos (no titulo mis poemas, siento íntimamente que todos ellos son parte de un solo poema del que entresaco un puñado de palabras) que rodean desde diferentes puntos de vista al tema central: todos somos cazadores y presas. Hay, creo yo, de fondo y sin “bajar línea”, una postura no belicista ni armamentista que me representa. La segunda parte es un largo poema que sí lleva título: Los niños cazadores. Su nacimiento es bastante prosaico y coyuntural: quería enviar el poemario a un concurso de una provincia mediterránea, cuyo premio era la edición. Pero el núcleo del libro, la primera parte, no alcanzaba la cantidad de versos requerida por los organizadores del concurso. Así es que, contra los plazos, literalmente me encerré unas cuantas horas hasta que salió ese largo poema, lleno de quiebres y requiebres, con el mismo tema, pero esta vez, sí, con un paisaje más reconocible y nuestro.

– ¿Cómo te fue en el concurso? Ahora no nos dejes con la intriga.

Lo que pasó fue que Las razones del armiño no ganó ese primer premio, pero sí fue uno de los tres finalistas entre más de quinientas obras presentadas. Así que me puse muy contento! Los organizadores se contactaron entonces conmigo para decirme que iban a editarlo igualmente pero eso no sucedió. Desde entonces, hasta ahora en que Palabrava lo rescata y pone en valor (y es un orgullo para mí participar de esta editorial que tiene títulos y autores que admiro), lo estuve agobiando con correcciones. Ahora, liberado, debe defenderse solo… Espero que llegue a muchos lectores y siga su camino.

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