¿Quién tiró libros en el contenedor de basura?

Días atrás, varios vecinos de la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Balvanera muy cerquita de la Plaza Once, quedamos sorprendidos al encontrar en un contenedor de basura, paquetes enteros con libros nuevos.

No eran libros usados o en mal estado de descarte, todo lo contrario, eran libros en perfecto estado, nuevos, incluso muchos con el protector plástico transparente para evitar su deterioro al exhibirse.

Así, como si fuese una estantería en liquidación, los vecinos pasaban caminando o en su auto y al ver semejante sacrilegio, paraban y se disponían a elegir algunos ejemplares para su propia biblioteca.

El descubridor de este hallazgo, un cartonero de los que recorren la ciudad buscando elementos reciclables, había ya sacado varios paquetes y hasta cajas cerradas completas de excelentes libros y con justificada bronca comentaba que ya que querían deshacerse de tantos ejemplares, por qué no los donaron a una biblioteca o a algún colegio para los chicos.

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Así, libros escritos de Jorge Luis Borges, Pedro Barcia, Pittaluga, Leopoldo Lugones entre otros autores, eran apilados por los vecinos, que por esas horas, ya se habían sumado por decenas al rescate de los libros que habían sido tirados a la basura.

Cada uno tomaba lo justo, para que ese acto vandálico de tirar los libros a la basura tuviera reparación y fueran repartidos para la mayor cantidad de lectores posibles. ¡Era asombroso ver tanta solidaridad entre vecinos!

Así estuvieron de acuerdo, sin siquiera debatirlo, todos los que allí recolectaban ejemplares, sabiendo que con tantos centros culturales y escuelas públicas, no demorarían en encontrar lugar seguro y útil a los libros encontrados.

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Si fue una camioneta que pasó, se detuvo y alivianó su carga en el contenedor como se rumoreaba ya no importa, lo que realmente importa es que exista gente que tenga en mente que a los libros hay que tirarlos si no se los usa.

Por suerte en estos momentos, con la ayuda de los vecinos reunidos espontáneamente junto al contenedor, estos libros están en buenas manos, en bibliotecas donde serán leídos.

Ignoramos de dónde los sacaron o incluso cómo llegaron a sus manos tantos libros nuevos, pero la reflexión para aquellos que los tiraron es que luego de tantas páginas negras en la historia mundial y nuestra argentina, en las que los libros eran censurados o hasta quemados, la próxima vez déjenlos en la puerta de una biblioteca o una escuela, hasta harán menos esfuerzo físico que tirarlos en el contenedor de basura.

Leer nos aporta mucho a la vida como para desperdiciar esa oportunidad de dejar volar nuestra imaginación.

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