Un paseo por Pisa y su famosa Torre inclinada

Se acercaba el final de nuestro excelente viaje, gracias a la iniciativa de Horacio cuando consiguió la ciudadanía italiana de Ángelo, su abuelo de San Buono.

Ahora ya todo el camino diagramado y soñado desde Argentina lo hemos transitado. Solo nos falta tildar el casillero de Pisa y su famosa torre inclinada.

Y hacia allí fuimos, nuevamente montados en nuestra Van pusimos rumbo oeste hacia la autopista, y así en menos de una hora, llegamos a nuestro destino.

Pisa es tal cual uno lo imagina. La ciudad propiamente dicha, cruzando por puentes cada 2 o 3 cuadras el río Arno, uno de sus atractivos turísticos. Estacionamos la Van en la calle, que por ser día feriado no cobraban estacionamiento y la zona nos daba la seguridad que nada le pasaría.

Apenas llegamos nos sorprendió ver en el río una cantidad importante de canoas, preparándose para una regata no competitiva, según nos dijeron los pobladores que estaban junto a nosotros sobre un puente tomando fotos y alentando a los participantes. La misma formaba parte de los festejos del 6 de enero, día de La Bruja Befana. Allí nos quedamos un buen rato, viendo los festejos.

Luego, caminamos hacia el casco histórico de la ciudad donde se encuentran el Baptisterio, el Duomo y el Camposanto, junto a la Torre Inclinada, tal vez el símbolo con el que más se asocia a Pisa mundialmente.

Todas estas construcciones de cientos de años, se mantienen en forma impecable, aunque sabido es que tuvo sus períodos de abandono y refacciones para que hoy luzcan así ante el turismo.

El secreto de la Torre Inclinada, que no es la única de la ciudad, hay otras dos, pero sí es la más famosa y notoria en su inclinación, se debe al suelo pantanoso en donde se construyeron, por lo que la inclinación data casi desde el momento mismo de su construcción.

Tres de nuestro grupo subieron a la torre, con la dificultad de su inclinación, pero logrando el objetivo y superando la prueba de los casi 60 metros de altura para saludar al mundo desde el campanario. Para subir a la Torre primero se compran los tickets y se guardan todas las pertenencias en unos guardarropas que hay allí especialmente para eso porque no dejan entrar con carteras, mochilas, bolsos ni paraguas por ejemplo. Solamente se puede subir con la cámara de fotos (tablets o celulares lo que usen habitualmente) para capturar las imágenes alucinantes que se encuentran en lo alto junto al campanario de la Torre. Si bien la subida es todo el tiempo girando, el trayecto se hace más liviano porque hay muchas ventanas desde donde se van apreciando las distintas vistas. Los grupos de visita son cada 20 minutos y el servicio de seguridad se ocupa de revisar uno a uno a los turistas que ingresan. Allí te recibe una guía turística que brinda una charla explicativa y comienza el ascenso. Todo estaba muy bien organizado para disfrutarlo.

Es muy gracioso ver a los visitantes, entre los que nos incluimos, posar de diferentes maneras para tomar una fotografía que parezca sostener con las manos la Torre inclinada.

Así, de cabeza, arriba de pilares, en el césped, entre dos, con un paraguas o simplemente haciendo uso de sus poderes mágicos, todos tomamos nuestras fotos sosteniendo la Torre para el mundo.

Recorriendo las callecitas del casco histórico, también se puede almorzar o tomar un refrigerio, comprar recuerdos, alquilar bicicletas para pasear o simplemente contemplar las construcciones a pie.

pisa

De regreso a nuestra Van, aún con luz de día, pudimos acercarnos a una construcción que nos había llamado la atención al arribar a la ciudad por la mañana, pegada al río. Se trataba de la pequeña Iglesia de Santa Maria della Spina, con un estilo gótico, construida en el siglo XIII por la familia Gualandi, iglesia que fue conocida como Santa Maria di Pontenovo.

La historia de la misma dice que al construirse tan cerca del río Arno, por los terrenos muy inestables, la iglesia entera tuvo que ser desmantelada y construida nuevamente en su lugar actual, esto ocurrió entre 1871 y 1875.

Ya de regreso a Florencia, sabiendo que terminaban nuestros días en Europa, queríamos llegar rápidamente para salir a realizar las últimas compras, la última recorrida por sus calles nocturna y nuestra “última cena” italiana en algún restaurante del centro de la ciudad, para brindar emocionados por esta aventura viajera.

Al día siguiente, con alguna llovizna, partimos de Florencia con rumbo a Roma, en realidad al Aeropuerto Fiumicino, distante del centro romano a unos cuantos kilómetros.

Fueron los 280 kilómetros más silenciosos de todos, el grupo entero estaba cambiando un chip interno, sabíamos que llegar a destino era subir a un avión que nos traería nuevamente a Buenos Aires.

Y al llegar al inmenso Aeropuerto que parece una ciudad por sus salidas, puentes y túneles dejamos a seis del grupo junto a las valijas en nuestra terminal de partida mientras dos fuimos a devolver la Van a la empresa.

Allí, nuestro conductor y nuestra copiloto, fueron los encargados del trámite de devolución de la Mechi, nuestra Van compañera de viajes y aventuras en Italia y Francia.

Una vez entregada en la agencia, unas lágrimas inevitables se escaparon de nuestro conductor, abrazándose con su compañera en la avanzada de la Van en cada viaje: “El viaje se terminó”.

Pudimos brindar previo al check in con una botella de espumante rosado que teníamos guardada desde Niza y era el momento justo para descorcharla, ante la mirada cómplice del resto de viajeros que aguardaban en la fila.

Lo que sigue ya lo imaginarán, pese a que faltaban las interminables horas del viaje de regreso, allí en el aeropuerto de Roma como dice la canción del Nano Serrat,…”se acabó, el sol indica que llegó el final…”

Una aventura hermosa, un viaje inolvidable, en especial por el agregado emotivo de visitar San Buono, la tierra de nuestros antepasados, Ángelo, Sabatino, y sus padres Domenico y Giulletta. Todos tiramos nuestras moneditas en la Fontana Di Trevi… y dicen que quien arroja 3 monedas sobre el hombro izquierdo… siempre vuelve a Roma.

Comentarios

comentarios

Un comentario a Un paseo por Pisa y su famosa Torre inclinada

  1. Productos dice:

    Bravissimo !!!

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