La vuelta al mundo en un avión sin combustible

En la búsqueda de concientizar que existe la posibilidad de un futuro alimentado con energías renovables, el Solar Impulse 2, se propone dar la vuelta al mundo sin combustibles líquidos.

Piloteada por Bertrand Piccard, psiquiatra suizo y aeronauta, y André Borschberg, empresario suizo, esta aeronave que es propulsada gracias a paneles de energía solar, ha completado el fin de semana una etapa fundamental en busca de la hazaña, ya que voló sobre el Océano Pacífico desde Hawai hasta California en 62 horas.

Esta nave, que viaja con energía solar, partió en esta etapa desde Hawai, y llegó a la localidad de Mountain View, ubicada al sur de San Francisco, luego de atravesar el Océano Pacífico, cumpliendo el trayecto de algo más de 4500 kilómetros volando durante tres días y tres noches.

avion solar

Se espera que el Solar Impulse 2 siga luego su itinerario hacia su próxima escala, que es la ciudad de Nueva York, paso previo para continuar viaje hacia Europa, luego viajará al norte de África y a Abu Dhabi, que es el lugar desde donde se inició la recorrida, en aquella primera etapa que unió los Emiratos Árabes Unidos con la ciudad de Mascate en Omán.

Mientras viajaba desde Hawai hacia California, Bertrand Piccard tuvo una conversación en vivo desde la cabina con Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas, quien estaba al frente de los 175 jefes de estado, reunidos en Nueva York, precisamente para firmar el acuerdo climático logrado en París.

Pero la pregunta es: ¿cómo está fabricado el Solar Impulse 2 y cuál es su objetivo?

Esta aeronave es un proyecto del Politécnico de Lausanne, en Suiza, y está fabricado en fibra de carbono.

Cuenta con una apertura de alas de 72 metros, que es superior, por ejemplo, a la de un Boeing 747, y contando con un peso de 2300 kilos, comparados a las 180 toneladas de un Jumbo Jet.

El objetivo principal es demostrar que un futuro alimentado con energías renovables es posible también en la aeronáutica.

solar x 2

Uno de sus pilotos, Bertrand, contaba tras el arribo a San Francisco, con cielos azules y vientos en calma, que “fue el vuelo perfecto para mostrar que las tecnologías limpias puede mejorar la calidad de vida”.

El final del vuelo fue una postal, frente al puente Golden Gate y la ciudad de San Francisco.

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