Primeros días del año recorriendo Montecarlo y Grasse

Para el primer día del año teníamos nuevos planes, temprano nos pusimos en marcha recorriendo el maravilloso camino que bordea el Mar Mediterráneo. Pocos kilómetros nos separaban de uno de los puntos fuertes de nuestro itinerario, Mónaco y Montecarlo.

El paisaje incomparable de la Costa Azul francesa nos acompañaba. Por un lado, el Mediterráneo y su azul intenso que reflejaba el sol de la mañana. Por el otro, montañas rocosas pertenecientes a los Alpes Marítimos que son penetradas por los túneles donde circulamos de maravillas con nuestra Van.

Sobre las laderas de esas montañas, a cientos de metros de altura, los poblados ubicados entre Niza y Montecarlo le dan un toque maravilloso, con una arquitectura única.

monaco

Llegamos a Montecarlo e intentamos aprovechar el tiempo todo lo posible, tratando de que el día completo de sol nos permita conocer lugares emblemáticos como el famoso puerto donde el Jet Set internacional estaciona sus hermosos y costosos yates, las calles por donde Juan Manuel Fangio, Ayrton Sena y otros corredores hicieron delirar a los fans de la Fórmula 1, el famosísimo Casino de Montecarlo, el Castillo del Principado colina arriba con su barrio de habitantes autóctonos monegascos, las hermosas vidrieras que aún mantenían el clima festivo y más.

Caminar por estas calles, unidas por largas escaleras para superar la diferente altura de unas con otras ya nos sorprendía, más aún nos sorprendían las marquesinas, vidrieras y avisos lujosos de los comercios, cerrados en su mayoría por el feriado del primer día del año.

Gratas sorpresas como comprobar que hay carteles indicadores para informar a cuántos metros hay un desfibrilador cardíaco. Un detalle que a la hora de cuidar nuestra salud, se vuelve importante.

Seguimos caminando hacia el centro, hasta ubicar y visitar el Casino de Montecarlo. Tantas películas de espías y millonarios en la que pudimos verlo, ahora estaba a nuestro alcance. Lujoso y ordenado como todo en la ciudad, impacta por su arquitectura.

Recorrimos caminando y fotografiando cuanto palacio se nos aparecía en el camino, arte y lujo se conjugan en plena calle. A lo lejos reconocimos las esculturas de Adán y Eva de Fernando Botero, que nos encontramos detrás del Casino frente al puerto y muchas más creadas por artistas de renombre internacional pero al alcance que cualquier transeúnte.

Luego de un almuerzo a puro “panini” en un centro recreativo que estaba armado por la navidad con espíritu ruso, seguimos nuestras caminatas que en promedio eran de 10 horas cada día.

El destino era llegar hasta el Palacio del Príncipe Alberto, aunque sabiendo que por razones de “agenda” tal vez no pudiera recibirnos…

El llamado Palacio Grimaldi, construido hace casi 900 años se encuentra en una elevación pronunciada y domina desde las alturas todo el principado y su puerto, ya que fue construido como una fortaleza.

Sus entradas protegidas por pintorescos guardias y antiguos cañones le dan ese toque especial que nos lleva hacia la época medieval, en que estos palacios debían ser resguardados de posibles invasiones.

Junto al palacio, en la cima de “la roca monegasca”, se encuentra toda una zona comercial con casas enormes que vienen de herencia familiar, pasando de generación en generación, donde reside gente muy adinerada por cierto.

El anochecer nos sorprendió en plena caminata, cuando íbamos de visita hacia el estadio de fútbol. Ya ahí comenzamos a recorrer en sentido inverso todo el camino hasta el parking donde estacionamos a “la Mechi”. Regresamos con las luces del auto a pleno por rutas desconocidas, bordeando el Mediterráneo hacia Niza. Un día largo que disfrutamos a pleno.

Al día siguiente una nueva recorrida nos esperaba, la Capital Mundial de los Perfumes: Grasse.

El nuevo día amaneció lluvioso, casi 50 kilómetros nos separaban de la famosa Grasse, en cuya ciudad se realizó la película de Tom Tykwer “El Perfume”, basada en el célebre libro de Patrick Süskind. En la zona hay más de 2000 especies vegetales y gran diversidad de paisajes que le da un toque particular. También está la Réserve Biologique des Monts d’Azur, un espacio natural de 700 hectáreas donde viven en libertad animales salvajes de la fauna europea.

grasse x 2

Nuestra idea era recorrer la ciudad y sus perfumerías en plena elaboración de sus productos, pero justo era domingo, por lo que las visitas guiadas se tornaron más teóricas que prácticas, pudiendo apreciar todo el sistema de elaboración y gran cantidad de fragancias.

Las fábricas que visitamos fueron Molinard y Fragonard, en el centro mismo de la ciudad de Grasse, con sus sectores de fabricación y venta. En ambas nos dieron una visita interesante, salvo que en Fragonard la guía hablaba español y en Molinard solamente francés. Como no podía ser de otra manera, nos compramos varios perfumes y cremas para alegrarnos el alma.

Luego, como la lluvia había cesado, pudimos recorrer a pie el casco céntrico e histórico descubriendo que el nombre de la ciudad es en homenaje a un célebre marino francés, héroe de la independencia norteamericana, Amiral de Grasse.

Sus callecitas de empedrado estaban resbaladizas por la llovizna, visitamos sus plazas, fuentes, monumentos y los comercios donde predominaba la venta en el rubro perfumes, esencias aromáticas y jabones. Sin embargo, descubrimos una librería de usados muy bonita donde una de nuestro grupo se compró 3 libros de cine a buen precio.

Todo lo que habíamos leído lo pudimos comprobar, el pueblo se mueve al ritmo de las diferentes floraciones de la zona.

La noche cayó temprano, más aún porque el clima continuaba nublado y a las 5 de la tarde el sol desapareció dando lugar a la invernal noche.

El camino, como en toda la zona, era montañoso y zigzagueante, hasta llegar a la costa mediterránea. No nos dio el tiempo para ir a otras ciudades cercanas como nos hubiese gustado, así que de allí nos volvimos directo a nuestro hospedaje en Niza.

Aprovechamos la noche para recorrer Niza, cenar en uno de sus restaurantes, seguir mirando negocios y el esplendor de sus luces.

El capítulo Francia duró 4 días, y en nuestra recorrida, el próximo destino era la bella ciudad italiana de Florencia y la zona de la Toscana.

La despedida no podría ser de otra manera: Salida temprano a la mañana para disfrutar del paisaje del Mediterráneo, los pueblos montañosos junto a la playa, y esa mezcla de mar y montaña que la Costa Azul nos regaló. Esta vez, en lugar de la autopista preferimos llegar hasta las afueras de Montecarlo por el camino de la Rivera, para tomar las últimas fotos y filmaciones, y luego sí poner rumbo a Italia.

Nuestro tour iba llegando a su final, pero el encanto de Florencia merece una nota aparte.

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