Sudamérica se transforma: Energía Colectiva en Chile

Compartimos la introducción del capítulo Transiciones energéticas: la experiencia de Energía Colectiva en Chile de Gloria Baigorrotegui, Carla Douglas y Cristian Mires.

Las transiciones energéticas se han analizado predominantemente desde una perspectiva nacional (Garrido y Recalde, 2022), por tanto, para considerar las transiciones a nivel ciudadano, impulsadas por grupos de base, inspiradas en las economías solidarias, la democratización de la energía (Feldpausch-Parker, 2022), con propiedad en comunidades energéticas particulares (Lowitzsch, 2021) se han considerado distintas alternativas teórico-metodológicas para dar cuenta del protagonismo de actores, redes y conocimientos, marginados de los regímenes energéticos y eléctricos dominantes.

Ciertamente existen críticas sobre la apoliticidad de enfoques estructuralistas para interpretar las transiciones energéticas nacionales (Parker, 2019) y, por tanto, se reconoce la necesidad de enriquecer las perspectivas previas con otras más holísticas, basadas en las decisiones de actores estratégicos; sin embargo, aun estos argumentos resultan insuficientes para abordar el poder movilizador de las resistencias ciudadanas para modificar los términos de los intercambios privatizados y hegemónicos de la energía (Feldpausch-Parker et al., 2019), especialmente en las sociedades del sur global (Campbell et al., 2022).

Ahora bien, el hecho de traer al frente perspectivas distintas para comprender las transiciones energéticas tiene el propósito de situar el protagonismo de agrupaciones, sectores de las redes, mujeres, colectivos, comunidades antes que actores, preferentemente empresarios, hombres, políticos estratégicos quienes ostentan roles de poder. Así las relaciones relevantes desde otro foco son aquellas que se activan desde autorías marginadas, las cuales pueden terminar siendo estratégicas con el tiempo, especialmente si la previsión es en términos de justicia y cuidados.

Las transiciones energéticas como constitutivas de las sociedades capitalistas fósiles requieren de un acervo y un pulso cultural, político y regulatorio para que programas y proyectos energéticos se vuelquen hacia nichos (tecnologías y experimentaciones energéticas) socioecológicos significativos. Esto es especialmente importante en países sudamericanos con matrices energéticas volcadas al extractivismo (Gudynas, 2014) y el colonialismo energético (Baigorrotegui, 2021).

Así, teorías como las socio-técnicas concentradas en el nicho científicotecnológico que presiona al régimen, o aquellas focalizadas en la oferta de gran escala priorizan inadecuadamente los resultados antes que los supuestos que entran en conflicto con las presiones por una mayor democratización en sociedades del sur global. En otras latitudes los espacios urgentemente necesitados de protección son, por ejemplo, los de soberanía popular (Smith et al., 2005) respetuosos con su medioambiente (Barón, 2020). El propósito de romper el atrincheramiento mercantil de las compañías energéticas se encontrará con fuerzas políticas, próximas a modalidades coloniales, no solo asimétricas, que han coexistido sistemáticamente sobre organizaciones y redes informales e ilegales paralelas y subalternas (Baigorrotegui, 2018) dentro de lo que se reconoce, sin distinción norte/sur, como formas democratizadoras de la energía, a modo global.

Los aprendizajes que ha dejado la noción de transiciones energéticas en las discusiones sobre democratización de la energía en el sur global destacan la necesidad de dar cuenta de mejor forma la (geo) política ecológica, las insurgencias, mejor retratadas desde perspectivas performativas, feministas, ecofeministas (Coordinación Feminista SCAC, 2021) y críticas de la energía (Furtado y Soldateli, 2019).

En esta guisa las acciones de la sociedad civil se han considerado protagónicas, especialmente en los trabajos críticos a la noción de participación. Por ejemplo, la posibilidad de comprender cambios culturales en la energía se ha trabajado desde enfoques pragmáticos, críticos y posestructuralistas (Chilvers y Longhurst, 2016), en términos de reconocer el traspaso de umbrales, los cuales cambian los criterios que sostienen creencias en el progreso (Winner, 1987), la comprensión y los modos de visionar, escenificar públicamente la energía, para sus élites, responsables de política pública. Una perspectiva dramáticoperformativa, por ejemplo, reconoce a las transiciones energéticas como unas liminales (Baigorrotegui, 2019).

Las formas de articular energía ciudadana son múltiples, casi sin límites si consideramos la energía como una infraestructura sostenedora de la vida en común, especialmente intensiva corporalmente para las mujeres (Furtado y Soldateli, 2019); sin embargo, desde una lógica de viabilidad tecno-económica individual, las condiciones para que las personas y grupos cuiden, produzcan y resguarden su propia electricidad, hace aparecer una serie de restricciones y demandas de capacidades técnicas e interdisciplinares particulares. En otras palabras, lograr que instalaciones fotovoltaicas colectivas perduren y se mantengan por toda su vida útil necesita prever, diseñar, sostener una serie de costos y gastos por su mantención (piezas, repuestos y partes ofertadas por proveedores lejanos) y reparaciones situadas y otros remiendos contingentes.

Un diseño energético renovable no asegura en sí mismo su perduración en el tiempo. Así concordamos con Garrido y Meneses (2022) en la importancia de distribuir con la energía las capacidades tecnológicas y de innovación, focalizando las políticas estatales en la acción de localidades y comunidades. Las municipales afines a la democratización ciudadana (Urkidi et al., 2015) pueden ser un soporte para acciones colectivas germinales distinguiendo las energías renovables en general y las energías renovables ciudadanas urbanas y rurales, en particular.

Las visiones y aspiraciones para que la energía ciudadana surja desde cada casa, terreno, en su quehacer cotidiano engendra acciones que van más allá de las posibilidades de hacerlo como productor/a, regulador/a y cliente/a. La riqueza de vínculos y quehaceres provenientes de prácticas colectivas, familiares, asociativas, de base, resultan irreductibles al mercado normado. En vías experimentales y críticas al mercado energético actual se promueven formas más relacionales, materiales, ecológicas y corpóreas con ella. Cada contrato ciudadano en energía, si bien posibilita un seguimiento y control de las acciones en cada proyecto, este no alcanza a reflejar todos los compromisos que confluyen a nivel local, en sus comunidades y territorios, especialmente a la hora de responder ante los imponderables, muy típicos de las infraestructuras eléctricas experimentales, mucho más visibles en lo local y abiertas a imprevistos.

Con una estrategia metodológica que presenta hitos específicos, contribuciones y proyecciones desde los integrantes de una red socio-ambiental que comenzó su actuar tras la crítica a los modelos depredadores de la Energía en Chile, se propone reconocer sus acciones colectivas, como constitutivas del sector energético, especialmente al reconocer la existencia relacional, material, corporal y situada de la energía, especialmente importante para mujeres, niñas/os/es, ancianas/os/es, discapacitadas/os/es, campesinas/os/es, cultivadoras/es, entre otras/os/es.

En específico sus autores han seleccionado un set de eventos, alianzas y trabajo conjunto desde las acciones voluntarias de la Sociedad Civil de Energía Colectiva en Chile para por un lado, traer al frente las colaboraciones con el sistema regulador de la energía y las contribuciones que desde un entramado ciudadano se han realizado para lograr que la energía ciudadana forme parte de un régimen energético particular.

Se reflexiona al finalizar el capítulo acerca de primero, cómo las acciones colectivas han sido importantes en la conformación de ideas y proyectos en el sistema político para impulsar leyes y normas afines a los conceptos que sustentan la energía ciudadana; segundo, se reconoce la participación de agencias de cooperación internacional, especialmente las alemanas; tercero, se reconocen las creaciones ciudadanas, legales y técnicas, previas a la ley y, finalmente, frente a los distintos cambios de gobierno, se plantean los desafíos de una regulación que venga a reparar las violencias y olvidos de la política pública energética en la promoción de energía ciudadana.

Si te interesa el tema que compartimos hoy en nuestra sección Lecturas de verano, te invitamos a seguir leyendo el libro Transición energética en Sudamérica Discusión conceptual, políticas públicas y experiencias locales, Santiago Garrido (compilador), Lenguaje Claro editora, Buenos Aires, Argentina.

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