Conversamos con el escritor de automovilismo deportivo Gustavo Udry

Gustavo Adolfo Udry (h) nació en la ciudad de Santa Fe, Argentina. Desde muy joven investiga sobre temas relacionados con la historia del automovilismo deportivo, y es reconocido por su libro La última hazaña de Fangio: Los Torino en Nürburgring, editado por Motorlibros.

La Misión Argentina en Nürburgring fue un acontecimiento del automovilismo argentino que hasta el día de hoy emociona al público fierrero de todas las edades. La participación de los Torino en la Marathon de la Route de 1969 (Nürburgring, Alemania), una competencia de ochenta y cuatro horas de duración en un circuito de gran complejidad y altísimo nivel internacional, llevó varios meses de planificación y un titánico trabajo en equipo, compuesto por pilotos de primera línea, expertos mecánicos y cuatro Torino, con la jefatura técnica de Oreste Berta y la dirección general de Juan Manuel Fangio.

Conversamos con el escritor Gustavo Udry, cuya pasión por el automovilismo lo llevó a escribir sobre lo que se llamó la última hazaña de Fangio.

Gustavo Udry junto a Heriberto Pronello, diseñador y constructor argentino que se ha desempeñado en el mundo automovilístico

Gustavo contanos ¿cómo comienza tu historia con el automovilismo?

Todo comenzó una fría mañana de otoño de 1967 cuando nos subimos junto a mi padre a nuestro Chevrolet 400 color dorado con techo vinílico negro. Nuestro destino era el autódromo municipal de la ciudad de Buenos Aires. En la tribuna palpitamos las series y ya en la final, la señora que estaba a mi lado me puso su mano sobre mi pecho y con asombro expresó: ¡Cómo le late el corazón a este chico! Sin duda, había tenido la primera transfusión de nafta en mis venas.

¡Qué linda anécdota! Y ahí siguió la cosa, me imagino…

Sí, al año siguiente irrumpió en el Turismo Carretera un auto distinto, que me hizo entender el significado profundo de las palabras de Fangio: “El auto, por más que sean fierros, siente, porque es un fierro con corazón”. El Trueno Naranja irradiaba ese sentimiento que siempre pensé que era generalizado, por lo menos así fue en su debut. Si bien el Trueno había hecho el mejor tiempo, la radio informó esa mañana que tenía un desperfecto pero la expectativa era tan inmensa que los organizadores decidieron esperarlo y retrasar la serie. El auto fue llevado para su reparación a la misma planta de General Motors, situada en San Martín. Al volver, el tránsito por la avenida General Paz era intenso aunque varios motociclistas de la Policía Federal le iban abriendo camino al Trueno; finalmente, desde Liniers hasta el autódromo debió ser conducido de contramano. Apenas llegó, nos volvimos locos, era el debut del auto con alma. Ese año, Pairetti terminó consagrándose campeón y su auto dejó un recuerdo imborrable en mi afición fierrera. En aquellos años, la presencia de Fangio hacía que todo fuera más fácil. Pudimos disfrutar de todas las categorías internacionales como los Sport Prototipos, allí escuché sonar al legendario Porsche 917. Y también sufrí cuando la desgracia se hizo presente y el piloto Ignazio Giunti perdió la vida tras un choque y prenderse fuego su Ferrari. Qué difícil era pensar que estaba en juego la vida de nuestros ídolos. Ese trágico día, nos sumimos en un largo silencio que duró hasta el regreso a casa. También fuimos al autódromo para ver la Fórmula 1, cuando Reutemann se quedó sin nafta a pocas curvas del final de la carrera. Mucha gente lloró y se abrazaban desolados entre desconocidos. Durante muchos años compartí en la tribuna el frío intenso, el calor, las risas y alegrías y algún otro amargón. Apagados los motores, tengo la “certeza” de que ni el bosque más alejado del mundo es tan silencioso y da tanta paz como un autódromo después de una carrera.

Así fue pasando la vida pero tu pasión automovilística sigue intacta hoy en día

Claro, muchos años después volví al automovilismo con mis tres hijos. Una emoción rara me invadió y no pude contener las lágrimas mientras pensaba ¡Cómo pude haber estado tanto tiempo lejos de aquí! Por eso escribí este libro, como forma de sanear una etapa de mi vida y lograr que aquel niño de la tribuna pudiera conjurar su pasado.

Buen proyecto, ¿cómo fuiste armando el libro?

Primero escribí varios artículos para la revista Todo es Historia, sobre los sport prototipos, el Berta LR y finalmente sobre los Torino en Nürburgring, investigación que luego creció hasta convertirse en libro. Me demandó casi cinco años escribirlo, recopilando documentos, buscando material inédito y entrevistando a los protagonistas. Sin duda, esa fue una hazaña de pilotos, mecánicos y autos que, comandados por Juan Manuel Fangio, mostraron al mundo de qué somos capaces los argentinos cuando trabajamos en equipo. Con este libro quise revivir una parte de nuestra historia deportiva un poco olvidada, intentando transmitir con emoción lo ocurrido en esas memorables ochenta y cuatro horas de Nürburgring. Por fin, pude llevar adelante este sueño gracias al apoyo de la editorial Lenguaje Claro y al Automóvil Club Argentino que gentilmente me permitió presentarlo una tarde de octubre en la sede central. Todo salió de acuerdo a lo planeado, solo faltaba algo… En esos días regresé al autódromo que hoy lleva el nombre Oscar y Juan Gálvez. Entré a la misma tribuna oficial, vacía y volví a ver al niño que fui. Le dije en voz baja: “Disculpa la espera. Ya está todo bien. Ahora podés irte”. Me sonrió y salió corriendo.

¿Con qué se encontrarán los lectores de tu libro? ¿Cuál es el hilo conductor de la historia?

Bueno, luego de la posguerra mundial y convencido de que se aproximaba una tercera contienda bélica, el Gobierno argentino encaró la construcción de aviones de combate. Al consolidarse la paz, el proyecto viró y se transformó hacia fabricar automóviles nacionales. Esto favoreció la llegada al país de capitales estadounidenses de la empresa Kaiser, que convirtieron a la ciudad de Córdoba en la Detroit nacional. Pasaremos revista al crecimiento de este emprendimiento, que en su esplendor llegó a fabricar el 35 % de los automóviles argentinos. Allí, en la fábrica IKA, comenzó a gestarse el Torino que fue mestizo (como cualquiera de nosotros) ya que su plataforma era de Estados Unidos y su inspiración europea; los responsables del auto, conocedores de los gustos de los “tuercas” argentinos, pusieron atención hasta en los mínimos detalles, que permitieron que el toro nacido sea potente, seguro y elegante. Luego de obtener varios laureles en las competencias nacionales, obtuvo su bautismo de fuego en el circuito de Nürburgring (Alemania), compitiendo con las marcas más famosas y los pilotos más avezados del mundo. En el medio del relato, antes de la carrera, podrán ver las peripecias del Torino y de Fangio por Europa, conocerán su intimidad. Por entonces y luego de diez años de haberse retirado en el circuito de Monza continuaba siendo el piloto que más autógrafos firmaba. Los lectores se meterán en el auto de Fangio para ser testigos de una charla con Jackie Stewart y un sinfín de anécdotas más. Serán los lectores protagonistas de la misión argentina desde un lugar de privilegio, llegando a la bandera de cuadros el día que Alemania habló en castellano.

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