Conversamos con el escritor Franco Rosso

Esta semana salió a rodar por el mundo la nueva novela del escritor Franco Rosso: Los carneantes. Para quienes aún no lo conocen, Franco nació en Tostado, Santa Fe, Argentina; estudió Cine en la Universidad Nacional de Córdoba y Profesorado de Lengua y Literatura en el Instituto del Profesorado de Rafaela.

Los carneantes de Franco Rosso, pertenece a la Colección Rosa de los vientos de la editorial santafesina Palabrava, y es lo que podríamos llamar una novela breve de suspenso. Cuenta con una impactante imagen de tapa: Fisuras de Paula Bocos Cavalieri y su contratapa fue escrita por Selva Almada.

Como ven, se conjugan varios condimentos interesantes como para dejar pasar la oportunidad de conversar con su autor. A continuación compartimos nuestra entrevista con ustedes.

– Franco, ¡felicitaciones por tu nuevo libro! Contanos ¿cómo surgió la historia de la novela? Porque ya desde el título suena atrapante…

Gracias, sí Los carneantes surgió de una mezcla de tres imágenes. Un primer recuerdo de las carneadas a las que me llevaban en Soutomayor, un pueblito entre Humberto 1° y Providencia de la provincia de Santa Fe, una estancia en medio de la pampa gringa. Toda la esencia es traída de esas imágenes de niño que me quedaron flotando por ahí. La segunda es la imagen de un monasterio que conocí en Luján, en realidad lo que conocí fue un tambo que lindaba a éste. Lo curioso era una construcción entre el monte de atrás que sobresalía blanco entre las matas. Era como una casita horno pintada de blanco y que al indagar un poco me dijeron que era una ermita que otrora se usaba como pieza de retiro o penitencias de los monjes. Y la tercera imagen, es un texto de una escena entre un peón y una “china” que escribí no recuerdo para qué o por qué. Esas tres cosas dieron el puntapié para arrancar con este relato. Luego se fueron agregando otros elementos que fueron variando el rumbo de la novela por distintos lugares hasta quedar lo que quedó. En la clínica con Selva Almada y mis compañeras/os le fuimos dando forma y la cuestión, el clima se fue enrareciendo, aposté a sugerencias y creo que ganó con eso.

-Y esa zona es muy importante para la narrativa, con lo cual esas imágenes que nos contabas se deben haber enriquecido por un lenguaje particular.

Claro, el tema del lenguaje y la gramática es un punto aparte en esta novela. Para esto tuve que meterme en el habla cotidiana de la ruralidad, en el decir de oído. Para eso hubo una búsqueda y exploración de vicios existentes en el habla, pero que ningún manual te lo cuenta. Me pregunté muchas veces, ¿por qué los libros no cuentan cómo cuenta la gente a diario? Me encontré con que el decir de la gente común es muchísimo más rico que el escrito, que tiene situaciones cómodas a la lengua y no fuerza nada, sino que cuenta soltando todo, dando matices, tonos únicos. Entonces traté de rescatar esa parte, con sus desvaríos gramaticales incluidos que hacen lo más rico de todo esto. Hay una oralidad en un ámbito rural, en la pampa gringa y alguien que estuvo en esos hechos me lo cuenta. No podría haberlo dicho de otra manera alguien que fue parte de toda esa ficción, sería inverosímil si un narrador impostara la voz al contar. A este decir raro lo llamé “criollontés”, un hablar criollo con reminiscencias del piamontés que le dan el acento del lugar. Está plagada de neologismos que forman parte de la música del decir. La música por sobre la gramática, eso hace que la rareza de estas palabras o la singularidad de su uso no sea tal al oírlas, ya que gustan al oído y son simpáticas al sonar afinadas.

-Un gran trabajo que se ve reflejado en cada personaje.

Bueno, los personajes fueron teniendo sus voces propias desde el arranque, esa parte salió de un tirón. Tiene también la particularidad de que el personaje principal, quien lleva las acciones cambia de manos en mitad de la historia, como una necesidad. Los carneantes es una novela que se mueve en las sombras, en la parte rancia de la mitología romántica inmigrante, en los entretelones de las costumbres gringas. A esto se lo puede asociar a esa constante nubla que lo rodea todo.

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